Ven después de Mí

by Padre Pablo Ybarra, C.S.C., V.F.  |  01/22/2023  |  Pastor's Letter

Queridos Hermanos y Hermanas en Cristo,

La vocacion de los cuatro apéstoles, que esta en el centro del Evangelio de hoy, es una llamada a reflexionar sobre nuestra propia vocacién a imitar a Cristo.

El relato de la vocacion apostélica que acabamos de escuchar, nos muestra tres elementos: el primero, la llamada de Jesus: "Venid conmigo"; segundo, la respuesta de los llamados: "Al instante, dejando las redes, le siguieron" y tercero, la mision de los llamados: "Os haré pescadores de hombres".

En la Biblia, toda vocacién parte de una llamada de Dios. Hay ejemplos en la historia de la salvacién: la de Abraham, la de Moisés, la de los profetas, la de San Pablo y la de todos los apéstoles. Se trata siempre de una llamada personal, dirigida a la conciencia mas intima del individuo, que transforma radicalmente su existencia. A veces, Dios da un nuevo nombre a los elegidos, como Abraham, Jacob o Simén, llamado entonces Pedro. Y esa vocacion es siempre iniciativa de Dios, es su eleccién por gracia, porque Dios elige a los que quiere.

Pero esa llamada personal no se dirige sélo al grupo de los doce apéstoles, o al circulo mas amplio de los primeros discipulos, sino también a todo ser humano, sacerdote o laico, contemporaneo de Jesus o posterior a El. Asi también cada uno de nosotros, en nuestro bautismo, fue llamado, por primera vez, a imitar a Cristo. Y desde entonces, Dios ha renovado repetidamente esta llamada vocacional. Ciertamente, no da a todos la vocacién de seguir a Cristo como los apéstoles y los discipulos, como los sacerdotes y los religiosos, que ponen a su servicio todo lo que son y tienen. tienen. Dios llama a muchos a la vocacién laical y a la vida matrimonial. Son iguales entre si en cuanto a sus tareas y responsabilidades especificas, son iguales en cuanto a la actitud de entrega a la fe y a la caridad, de ser imitadores de Cristo. Cristo nos llama a todos.

Muchos no son conscientes tan inmediatamente de su vocacién, como los apéstoles del Evangelio de hoy. A menudo, tenemos miedo y tratamos de rehuirla, como algunos de los profetas. Dios espera una respuesta adecuada de cada uno de nosotros. (Estamos dispuestos a que nuestra vida cambie radicalmente, estamos dispuestos a dedicarnos por entero a Dios?

Si "son muchos los llamados, pero pocos los elegidos" -como dice la Biblia- es porque muchos de nosotros, incluso hoy, no aceptan su vocacion a la imitaciéon de Cristo. He oido decir que muchos de nosotros, sacerdotes, hemos rechazado destinos, incluso hemos rechazado la llamada a ser obispo o abad al frente de un monasterio. Algunos se sienten mal preparados para responder a la llamada.

Cada dia de nuevo tenemos que dar nuestra respuesta a la llamada de Dios, incluso cuando no la entendemos, incluso cuando nos resulta dificil aceptarla. Y lo que mas nos cuesta aceptar, en nuestra vida, es el sufrimiento de la cruz. Sin embargo, es Dios mismo quien nos manda, nos implora que tomemos nuestras cruces y le sigamos. Si rechazamos nuestra respuesta a esta llamada personal de Dios, no se puede realizar, una auténtica vida cristiana.

Vivir fielmente nuestra vocacion propia a la imitaciéon de Cristo, esa misién particular y personal, debe tomar siempre la forma de nuevo en Cristo. Asi, en los interrogantes y dudas de nuestra vida, debemos ponernos ante el Sefior y recibir su presencia. Estamos reunidos en esta Eucaristia como comunidad de llamados y elegidos. Aqui participamos de la misma mesa, nos alimentamos con el mismo cuerpo de Jesucristo, y nos ponemos en camino -siguiendo sus huellas- hacia el cumplimiento de nuestras vocaciones, una vida que refleja a Cristo y le sigue a su casa, a Dios en el cielo.

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